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sábado, 30 de mayo de 2015

La cola del cerdo es un signo de pregunta

Relato de fin de semana. Esto lo escribió Tagliapietra. Solo se dedica a relatos que tengan que ver con contextos rurales o campesinos pero reflexivas. Espero les guste así se lo cuento, ya que no maneja PC ni se sumerge en Internet. 

La cola del cerdo es un signo de pregunta 

Crasa rutina de habitar el mundo. El consuelo de la sangre que chorrea luego de que la faca perfore el corazón entre las paletas y el chirrido se transforme en letanía al dios que no existe; ante la vida que se pierde. Qué hacer si el abuelo solo me manda que sostenga la cola del cerdo gigante, de más de trescientos kilos y yo un pequeño niño, solo quiero quedarme dentro de la casa. Porque me figuro que ese grito, el del cerdo, el cual conozco de antes de nacer, porque en la sangre se transmite los cientos de miles de maiales que mi gente ha sacrificado para ella sobrevivir. Se me cuela en mi bilis y me hace suponer que el próximo porcino es el que me va a matar, como vengador de todos sus ancestros. Vencedor por sobre el humano y sobre la faena de ceder su vida para que otra especie viva. Cesión que no es para nada voluntaria sino que obligada porque así dios lo determinó en un principio y no queda más que asentir.
¿Qué le haremos? Si así es la vida y en esta historia de campesinos por los últimos miles de años así lo determinan. Tal vez mis primeros ancestros paleolíticos fueron los primeros en enlazar un chancho salvaje, un jabalí lechón y llevarlo a sus palafitos o sus hogares circulares y comenzar ese proceso de domesticación. Es muy difícil saberlo porque han pasado miles de años, miles de historias y miles de ancestros.

Y se siguió repitiendo y se seguirá repitiendo aunque no sea yo el que empuñe la cuchilla que en carne penetre.

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