Salió de viaje rumbo al litoral. La locura y la vorágine
de la ciudad lo agobiaban así que se tomó unos días de descanso. Esos días no cursaba
en la facultad, era semana de exámenes. Habló con sus compañeros del trabajo y con
su patrón si podían cubrirlo; y ahí no más, organizó viaje. Le avisó a su
hermana para que pasara por casa y almorzar juntos mientras preparaba cosas
para partir, un bolso pequeño color bordó.
Tomó el Flecha bus de las 15.45 horas. Un señor mayor
sentado delante, le hace señas, a la que parece su esposa y que está en el andén,
para que atienda el celular. Hablan algo que no entiende.
-¿Está
alto? pregunta.
Salió en horario. El micro tiene como destino
Resistencia, Chaco. Además de sí mismo y el señor del celular suben tres
personas que identifica, por el acento como chaqueños. Está muy nublado. Apenas
suben a la autopista, en el rulo sobre el camino a Punta Lara ve inundados y
anegados los campos. Pasan el arroyo El Gato y está colmado de agua. Dicen que
lo ensancharon y limpiaron y así y todo, lleno.
Piensa que tal vez el río está alto por la sudestada y
no permite desagotarlo. Recuerda vivamente la inundación del 2 de abril de
2013. Eso no se olvida. Pesa.
Los campos llenos de agua. Comienza a llover. Por el
lado derecho, ve un paisano cabalgando un zaino usando una bolsa negra como
poncho o capa de lluvia; un perro tobiano corriendo detrás. Imagen bucólica si
las hay. Sobre la zanja han plantado cortaderas y entre ellas, un par de
caranchos esperan su presa, aguantando el frio aguacero.
Corren por la autopista Bs As-La Plata y las gotas se
deslizan, se mueren dibujando caminitos sobre el vidrio. El asiento que le tocó
es el 28.
Por Hudson, ya en Berazategui, el micro toma otra
autopista que allí nace, la ruta 2, doblando a la izquierda. Anduvieron un tramo
de varios kilómetros, a los lados los circundan countries cerrados matizados
por barrios populares.
Llegaron al cruce de Alpargatas, haciendo cruz con el
camino Gral. Belgrano. Cerca, siguiendo por la ruta 2 está la fábrica donde, un
fin de año, trabajó el escribiente, de ordenanza, limpiando durante largas
horas.
El micro dobla a la derecha tomando el Belgrano. Se
encamina al partido de Florencio Varela. Pasando enseguida Alpargatas, hay un
bajo donde un arroyo corre, vacío. Inmediatamente recuerda la diferencia con el
arroyo El Gato. En ese lugar, habían comenzado a construir un barrio grande, de
cientos de viviendas, calcula unos 4 años del inicio. Hace un año y medio que
está parado. El que escribe suele changuear acompañando su patrón del almacén a
un mayorista de galletitas, en Quilmes, desde hace varios años. Así que hizo un
seguimiento no exhaustivo pero sí, contundente, de la evolución de este barrio.
Hace un año, viendo que las obras estaban paradas, pensó que las terminarían
para las elecciones. Recuerda que el domingo próximo pasado (9/8) se celebraron
las PASO nacionales en Argentina.
Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias. Casi como un Nostradamus
sus predicciones son certeras. No solo está terminado, pintado sino que ya lo
están habitando. Cuando se precisa del voto seguro que las obras se terminan. Las
obras se terminan por lo político y no porque un ingeniero responsable apure
los trabajos. Es ésta una realidad, aunque mucho le pese a este cronista.
El que esto escribe sigue en cavilaciones y no se da
cuenta que llegaron al cruce Varela e ingresaron a la terminal. Antes, el
memorioso recuerda que se paraba sobre las boleterías ubicadas sobre la avenida
Calchaquí y esto era un caos para los caminantes, los pasajeros y el transito.
-¡Qué
bien que construyeron una terminal, mejor para la gente!
Reflexiona. Esto indica que, después de todo no es tan
pesimista.
Cruce Varela
En este lugar, el cruce Varela, se dividen y abren
algunas calles. Las principales son el camino Belgrano, por el que se
transitaba y la Avenida Calchaquí, por el que transitarán. El viajero alguna
vez observó los mapas digitales de este cruce y razonó que ambas vías deben ser
de trazados antiguos, antes de los planeamientos urbanos modernos, ya que
tienen recorridos sinuosos y modifican los dameros sobrepuestos posteriormente.
Alguien puede preguntar cómo es que, el viajero, llegó a dedicar tiempo a esos
mapas y es que, a él le gusta la música, bailar y escuchar chamamé. Conclusión
que no se desprende ni por asomo.
-¿Y
esto que tiene que ver?
-sencillo.
En una oportunidad se enteró que, gracias a Facebook (también
sirve para difundir la tradición) tocaba un conjunto chamamecero de Rosario. Él
es fanático de ellos, desde que tiene uso de razón o su memoria no le falla.
Monchito Merlo y su conjunto. Tocaba para una fiesta de entrerrianos y era en
un club llamado 12 de octubre en un barrio de Berazategui. Fue acompañado por
una novia que tuvo y ya olvidó, pero recuerda que bailaba que daba gusto. Cerveza,
torta-parrilla y pasteles. Saludó a los músicos. Omar, Manuel, Mario y a
Monchito, y hasta le regalaron un poster.
- - ya
se hizo largo el cuento
Continuaron por la Calchaquí llegando a Quilmes, y
esto, siempre le pareció gracioso porque comienza a enumerar pueblos de los
Valles Calchaquíes como gracia.
-viniendo
del norte por el Valle Calchaquí: Cachi, La Paya, Molinos, Angastaco, Piedra
Pintada, San Carlos, Animaná, Cafayate. Luego, se entra en el valle de Santa
María o Yocavil y a poco de andar rumbo a Santa María, y esto ya en Tucumán, se
llega a Quilmes, el Pucará de Quilmes.
Habitado, este último, por los calchaquíes de habla cacán.
Baluarte de la resistencia hasta 1630 y posteriormente se relocalizó la población
en Santa Fe y aquí, el actual partido de Quilmes. En algún lugar entre Quilmes
y Avellaneda se toma la autopista Buenos Aires-La Plata.
Pasan por el puente sobre el Riachuelo y las imágenes
de la primera vez que lo vio, allá lejos, en el 2005, siguen nítidas en su
retina. Era el día del comienzo de su nueva existencia. Que para ahora, ya es pasado.
Entraron en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se
durmió hasta destino, soñando con sus proyectos futuros.